viernes, 8 de agosto de 2008

1960 en el colegio San Rafael

El Director P. Jesús Azagra tenía la costumbre de abrirnos los paquetes que nuestros padres nos enviaban por correo y que nos completaban nuestra dieta alimenticia por si acaso ellos creían que comíamos mal.

En mi caso los contenidos eran a base de leche condensada, embutidos de fabricación casera, y sobre todo magdalenas exquisitas que hacían en mi casa y que las degustaba con los compañeros de la habitación antes de irnos a dormir.

Además, mi padre, que tenía tiempo libre por su estado delicado de salud, sin encomendarse a nadie se presentaba en el colegio cuando tenía ocasión que era con bastante frecuencia y me visitaba a las horas de colegio, talleres, gimnasia, recreo,etc, sin pedir permiso a nadie con el consiguiente cabreo del P. Azagra que lo veía pulular por los colegios como Pedro por su casa y a causa de ello me abroncaba por la noche después de la cena, en el último acto del día que tenía lugar en la capilla del colegio, y delante de todos los compañeros del San Rafael.

Por estos detalles yo creía que el P. Jesús Azagra me tenía algo de manía, y en los espacios libres entre clase y clase (que no se podía hablar) entraba de sorpresa con un palo de madera redondeado en su punta final que él llamaba "La ley" y arreaba estacacitos en nuestras cabecitas al que cogiera hablando en ese momento, y a fé que yo debería ser muy charlatán porque casi siempre venía a mi pupitre y me cazaba.

Como los envíos de comestibles no eran bien vistos a veces eran requisados y las más quedaba uno sujeto a nueva bronca en público.

Ya comprenderéis que si en un colectivo tan amplio y diverso no nos acogíamos a las mínimas normas de disciplina, educación, urbanidad, compañerismo,y en fin todo lo referente a la convivencia en grupo que tan bien nos enseñaron en la Uni, aquello hubiese sido incontrolable.

Como ya he comentado, a la hora de irnos a dormir a los compañeros de habitación (éramos seis) les obsequiaba con alguna magdalena, como ellos hacían lo mismo con sus paquetes caseros.



Había un compañero, creo que de Puerto Sagunto (Valencia) llamado Antonio Tristán Tristán que era uno de los que más le gustaba las magadalenas.
Una noche se levantó cuando todos dormíamos y dirigiéndose al armario junto a mi cama se disponía a darse el atracón de magdalenas, lo cual no llevó acabo.

De esto me enteré porque a la mañana siguiente el amigo Tristán vino a pedirme disculpas sin yo saber a qué se refería, y es que resulta que yo dormía con los ojos medio abiertos y el hombre pensó que lo había visto intentar urgar en mi armario en busca de la magdalena perdida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Juan Manuel:

Muy interesante tu evocación. Lo más curioso de la misma es que yo también conocí al Padre Azagra. Nunca me habría imaginado lo de la vara llamada "La ley". Tremendo.

Un saludo.

J. A.

Anónimo dijo...

Hola amigo anónimo:
En ningún momento mi comentario y evocación de la anécdota del colegio San Rafael están dirigidas a crítica,malos recuerdos,etc, como se dice ahora de mal royo, muy al contrario mi intención es recordar con el mayor cariño y emotividad a aquellas personas, que como el Padre Azagra, hacían de padres, madres, educadores, amigos (a veces)y con la responsabilidad tan seria e importante de formar los futuros profesionales del país en todas las facetas de la vida, y que bajo mi punto de vista lo consiguieron con creces.
Lo del palito "La ley" no lo considero tan tremendo, pienso que era una forma de mitigar graciosamente el aviso de callarse, a tantos niños a la vez.
Si que la memoria que aún me falla poco me trae las cosas que ocurrían en el día a día de la convivencia.Recibe un cordial saludo.
Juan Manuel Pérez Agudo

Anónimo dijo...

Lo del padreAzagra no era tan gracioso.
Yo recuerdo perfectamente (lo padecí durante 3 años en el Colegio San Rafael) su forma brutal y equivocada de educar. Por ejemplo, nos reunía en la sala de estudio y pedía a los jefes de mesa y jefes de clase la lista de los alumnos que habián hablado durante la comida y poniéendonos en fila les golpeaba en la cara con su manaza(algunos se orinaban de miedo. Eso no se puede considerar formación. No puedo tener un buen recuerdo de él.

Anónimo dijo...
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